Reserva ovárica: Qué es y por qué deberías conocer tu estado antes de los 35

Reserva ovárica

Recuerdo perfectamente cuando María, una paciente de 38 años, entró en mi consulta con lágrimas en los ojos. Tras un año intentando quedarse embarazada, sus análisis mostraban una reserva ovárica severamente disminuida. «¿Por qué nadie me habló de esto antes?», me preguntó. Esta situación, que vivo casi semanalmente en mi práctica clínica de medicina reproductiva, podría haberse evitado con información oportuna. La reserva ovárica, esa «cuenta bancaria» de óvulos que toda mujer posee, va menguando con los años sin avisar. No da síntomas, no duele, simplemente se reduce silenciosamente hasta que, al intentar concebir, descubrimos que el saldo es menor de lo esperado.

¿Qué es exactamente la reserva ovárica?

A menudo utilizo la metáfora de una cesta de frutas para explicar la reserva ovárica a mis pacientes. Imagina que naces con una cesta llena de manzanas (aproximadamente un millón de folículos primordiales con óvulos inmaduros), pero no puedes añadir más durante tu vida. Algunas manzanas se irán estropeando naturalmente con el paso del tiempo. Este es un concepto difícil de digerir para muchas mujeres: a diferencia de los hombres, que fabrican espermatozoides «frescos» constantemente, nosotras venimos al mundo con todos los óvulos que tendremos jamás.

La naturaleza tiene su lógica, aunque a veces nos parezca injusta. Lo cierto es que la disminución de la reserva ovárica no es lineal, sino que se acelera notablemente tras cumplir 35 primaveras. Este fenómeno no solo afecta a la cantidad, sino también a la calidad de los óvulos disponibles. Los óvulos «más jóvenes» tienen menos probabilidades de presentar anomalías cromosómicas, ese tipo de errores que pueden complicar la fecundación o provocar abortos espontáneos.

Factores que afectan la reserva ovárica

La edad se lleva la palma como factor determinante en la reducción de la reserva ovárica. Es como ese reloj de arena que no podemos darle la vuelta. Hacia los 37-38 años se produce lo que en la consulta llamamos «el precipicio de la fertilidad», un declive mucho más acentuado que en años anteriores. Pero no todas envejecemos reproductivamente igual. He visto pacientes de 40 con reserva ovárica envidiable y chicas de 30 con valores propios de alguien una década mayor.

Los genes juegan sus cartas en este asunto. Si tu madre o hermanas entraron en menopausia antes de los 45, ponte las pilas y evalúa tu reserva cuanto antes. El cigarrillo es especialmente dañino; cada calada es como un pequeño martillazo a tus ovarios. Las fumadoras suelen llegar a la menopausia hasta dos años antes, y no me extraña.

Los tratamientos oncológicos como quimio o radioterapia pueden arrasar con la reserva ovárica en cuestión de meses. Y ojo con las operaciones de ovario: incluso la extirpación de un simple quiste puede llevarse parte de ese tejido tan preciado. El estrés crónico tampoco ayuda, y vaya si lo veo en consulta: ejecutivas con niveles de cortisol por las nubes y hormonas reproductivas desbaratadas.

Señales de alerta sobre problemas de reserva ovárica

La disminución de la reserva ovárica es tremendamente sigilosa, casi como esos ladrones que entran en casa sin romper nada. Muchas mujeres no notan absolutamente nada hasta que intentan quedarse embarazadas y la cosa no funciona. Sin embargo, algunos cambios sutiles pueden darnos pistas: si tus reglas se vuelven más cortitas, si de repente los ciclos que siempre fueron como un reloj suizo empiezan a adelantarse o retrasarse, o si notas que sangras menos que antes… algo puede estar pasando ahí abajo.

Algunas mujeres experimentan pequeños sofocos ocasionales o cambios de humor que no se explican bien, o notan sequedad vaginal sin venir a cuento. Pero lo que más me preocupa en consulta es la historia familiar: si tu madre entró en menopausia a los 39, tú podrías seguir un camino similar. Ciertas enfermedades autoinmunes como la tiroiditis de Hashimoto o el lupus también pueden afectar la función ovárica. No quiero alarmar a nadie, pero si tienes alguno de estos factores y rondas los 30, vale la pena echar un vistazo a tu reserva ovárica, aunque solo sea para quedarte tranquila.

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Métodos para evaluar la reserva ovárica

Afortunadamente, ya no estamos a ciegas como hace 30 años. Hoy contamos con pruebas bastante fiables para evaluar qué tal está esa reserva ovárica. La joya de la corona es la hormona antimülleriana (AMH), producida por las células que rodean los folículos en desarrollo. Es como hacer un censo de población folicular: a más folículos, más hormona. La ventaja es que puedes hacerte la analítica cualquier día del ciclo, sin necesidad de que sea en ayunas o en determinada fase. Un chollo para mujeres con agendas apretadas.

También resultan útiles la hormona foliculoestimulante (FSH) y el estradiol, pero estas sí deben medirse el día 3 del ciclo para que tengan sentido. Una FSH elevada suele indicar que la hipófisis está dando la matraca para que unos ovarios algo perezosos se pongan las pilas. La ecografía transvaginal para contar folículos antrales es otra herramienta estupenda. Recuerdo una paciente que venía aterrada por un valor bajo de AMH, pero al hacer la eco encontramos un buen número de folículos. Las pruebas se complementan entre sí, y ninguna por separado tiene la última palabra.

Interpretación de los resultados: ¿qué significan los números?

Cuando entrego resultados de reserva ovárica, siempre explico que los números son orientativos, no sentencias talladas en piedra. En el caso de la hormona antimülleriana, valores por encima de 1.5 ng/ml suelen indicar que la cosa marcha bien, mientras que por debajo de 0.5 ng/ml empezamos a fruncir el ceño. Pero ojo, estos rangos deben interpretarse según la edad: una AMH de 1.0 es preocupante a los 28 pero bastante decente a los 39.

Con los folículos antrales pasa algo parecido. Ver más de diez folículos entre ambos ovarios nos deja bastante tranquilos, mientras que encontrar solo tres o cuatro puede indicar que la fiesta está llegando a su fin. La FSH por encima de 10 mUI/ml ya nos pone en alerta, especialmente si va acompañada de un estradiol elevado, que puede estar maquillando el resultado. Es como cuando te maquillas para disimular una mala noche: por fuera pareces fresca, pero por dentro sigues agotada.

Lo crucial es entender que estas pruebas evaluán cantidad, no calidad ovocitaria. He visto mujeres con reserva ovárica aparentemente escasa lograr embarazos sin problemas, y otras con valores estupendos que tienen dificultades inexplicables. La naturaleza no entiende de números exactos.

Reserva ovárica

¿Por qué conocer tu reserva ovárica antes de los 35?

Llevo años insistiendo a mis pacientes jóvenes: si tienes más de 30, hazte el favor de conocer cómo está tu reserva ovárica, independientemente de si tienes planes inmediatos de maternidad o no. Es información, y la información es poder. Los 35 años marcan un antes y un después en la fertilidad femenina. A partir de ahí, la cosa se complica un poquito más cada año.

Lo paradójico es que justo cuando nuestra fertilidad empieza a tambalearse, muchas estamos en pleno desarrollo profesional, buscando estabilidad económica o esperando a la pareja adecuada. La vida tiene estas ironías. Conocer tu reserva ovárica a tiempo te permite tomar decisiones con los ojos bien abiertos. Quizás descubras que tienes una reserva estupenda y puedas respirar tranquila unos años más. O tal vez los resultados no sean los esperados, pero estarás a tiempo de barajar opciones como la preservación de fertilidad, algo que a los 40 ya no es tan efectivo.

Opciones para preservar la fertilidad

La vitrificación de óvulos ha supuesto una revolución comparable al anticonceptivo, pero en sentido contrario. Por fin podemos detener ese reloj biológico que tanto nos agobia. La técnica consiste en una congelación ultrarrápida que evita que se formen cristales de hielo dentro del óvulo. Es como congelar el tiempo en una burbuja. El proceso requiere una estimulación hormonal durante unos 10-12 días para conseguir varios óvulos a la vez, una pequeña intervención para extraerlos, y luego se guardan a temperaturas bajo cero hasta que decidas utilizarlos.

Ojalá todas mis pacientes de 38-40 años hubieran vitrificado óvulos a los 32. Las probabilidades de éxito son mucho mayores. Para parejas estables, la congelación de embriones ofrece tasas ligeramente mejores. Y para quienes ya tienen la reserva algo justita, a veces proponemos acumular óvulos en varios ciclos de estimulación, como quien ahorra poco a poco para comprarse algo importante. Estas técnicas tienen un coste económico, claro, pero cuando lo comparas con el precio emocional de no poder tener hijos cuando lo deseas, muchas mujeres lo consideran una inversión que vale la pena.

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Estilo de vida y reserva ovárica: ¿podemos influir en ella?

Aunque la genética y la edad son factores que no podemos cambiar, hay aspectos de nuestro estilo de vida que sí pueden influir en cómo envejecen nuestros óvulos. El tabaco es veneno puro para la reserva ovárica. Lo he visto infinidad de veces: mujeres fumadoras con valores de reserva propios de alguien cinco años mayor. Si estás preocupada por tu fertilidad y sigues fumando, es como regar las plantas con agua salada y esperar que crezcan.

La alimentación también juega su papel. Los antioxidantes naturales presentes en frutas y verduras de colores vivos ayudan a combatir ese estrés oxidativo que deteriora los óvulos. El pescado azul, las nueces y las semillas de chía o lino aportan ácidos grasos omega-3 que mejoran el ambiente folicular. En mi consulta recomiendo dietas de tipo mediterráneo, ricas en estos alimentos y pobres en ultraprocesados, que solo añaden inflamación al organismo.

El peso importa, y mucho. Tanto el sobrepeso como estar demasiado delgada pueden alterar el equilibrio hormonal. He visto regularizarse ciclos menstruales solo con normalizar el peso. Y qué decir del estrés… Vivimos en la era del cortisol disparado, y esa hormona interfiere directamente con la producción de hormonas sexuales. Meditar, hacer yoga o simplemente pasear por el parque no son caprichos new age, sino medicina preventiva para tus ovarios.

Cuando los resultados no son favorables: ¿qué opciones existen?

Dar malas noticias sobre reserva ovárica es una de las partes más difíciles de mi trabajo. Ver la cara de una mujer cuando comprende que sus posibilidades de ser madre biológica están comprometidas me parte el alma. Pero siempre insisto: un diagnóstico de baja reserva ovárica no es una sentencia definitiva.

Si el deseo de maternidad es inmediato, los tratamientos de reproducción asistida pueden ayudar a exprimir al máximo las posibilidades con los óvulos disponibles. Existen protocolos de estimulación especialmente diseñados para casos de baja reserva, aunque hay que ser realistas con las expectativas. A veces, con solo uno o dos óvulos de buena calidad, se consigue el embarazo tan deseado.

Cuando la reserva está realmente agotada, la ovodonación ofrece tasas de éxito excelentes, cercanas al 60% por intento. Muchas mujeres inicialmente reticentes a esta opción, después de sostener a su bebé en brazos, me confiesan que la genética ha quedado en un segundo plano frente a la experiencia vivida del embarazo, el parto y la crianza. El instinto maternal va mucho más allá de los genes.

Conclusión: El conocimiento como herramienta de empoderamiento

Saber cómo está tu reserva ovárica antes de que el tiempo apriete te da un poder que generaciones anteriores no tuvieron. Nuestras madres y abuelas simplemente confiaban en que la naturaleza cooperaría cuando decidieran formar una familia. Hoy podemos tomar decisiones informadas y ajustar nuestros planes vitales con datos sobre la mesa.

No se trata de generar ansiedad, sino todo lo contrario: la incertidumbre es mucho más angustiosa que la verdad, por incómoda que esta sea. Conozco tu reserva ovárica es como tener un mapa del tesoro con una X marcando el tiempo del que dispones para tomar decisiones reproductivas.

La medicina reproductiva ha dado pasos de gigante en las últimas décadas. Problemas que antes no tenían solución, hoy la tienen. Pero ninguna tecnología, por avanzada que sea, puede competir con la ventaja de actuar a tiempo. Por eso, mi consejo como especialista que ha visto de todo en consulta es sencillo: incluye la evaluación de reserva ovárica en tus revisiones ginecológicas anuales a partir de los 30. Es una simple analítica y una ecografía que puede ahorrarte lágrimas en el futuro. Tu yo del mañana te lo agradecerá.

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