Reserva ovárica: La clave para entender tu fertilidad y planificar el futuro

Reserva ovárica en Jacksonville

La reserva ovárica es el pan nuestro de cada día en las consultas de Jacksonville. ¡Qué jaleo se monta cuando toca explicar este concepto! Después de 15 años ejerciendo como especialista en medicina reproductiva, todavía me sorprende lo poco que se habla de esto fuera de nuestras paredes. El término (que no inventamos para asustar a nadie, por cierto) se refiere a la cantidad y calidad de óvulos disponibles. Vamos, el combustible reproductivo que nos queda en el tanque. No es un simple número en una analítica; es la brújula que nos orienta sobre las posibilidades reales de concebir en el futuro.

¿Qué es exactamente la reserva ovárica y por qué debería importarte?

A ver, que no es ningún cajón de sastre donde metemos todo lo que no entendemos. La reserva ovárica es algo muy concreto: los óvulos que te quedan y, ojo al dato, en qué condiciones están. Nacemos con toda la dotación ovocitaria de fábrica (entre 1 y 2 millones) y no hay recambios ni piezas de repuesto. Mientras los hombres fabrican espermatozoides como churros hasta edades avanzadas (aunque con matices, pero esa es otra historia para otro día), nosotras vamos gastando cartuchos desde el principio.

En mi consulta de Jacksonville, se me caen los pacientes de espaldas cuando les explico que incluso sin reglar, se pierden óvulos a cascoporro. «¿Cómo dice, doctora? ¿Qué pierdo óvulos incluso sin ovular?» Pues sí, así es esta feria. Y no me invento nada cuando digo que a los 35 años ya hay un bajón considerable. No quiero ser la profeta del Apocalipsis ovocitario, pero son habas contadas.

Factores que afectan tu reserva ovárica

La edad es el factor que más casca, y lo saben hasta los gatos. Pero no es el único que puede meter la pata en tus planes para agrandar la familia. Las operaciones de ovario, por ejemplo. Tuve una paciente la semana pasada (llamémosla Sara para proteger su identidad) que había pasado por tres cirugías por endometriosis. Cuando vio sus resultados, se quedó a cuadros: su reserva ovárica equivalía a la de alguien diez años mayor.

La genética también hace de las suyas. Hay familias aquí en Jacksonville donde la menopausia llega antes de los 45, y eso se transmite. ¡Menuda herencia! El tabaco… buf, ni me hagas hablar. Lo digo siempre: fumar es como pasar una aspiradora por tus ovarios. Luego están los tratamientos oncológicos, que pueden dejar los ovarios para el arrastre, aunque ahora tenemos protocolos de preservación que son la bomba.

Señales de alarma: ¿Está disminuyendo tu reserva ovárica?

Detectar que tu reserva está en las últimas no es pan comido, ni de lejos. El otro día, mientras tomaba un café en la cafetería frente a la clínica (que, por cierto, tienen un brownie que quita el sentido), pensaba en cuántas mujeres de Jacksonville no tienen ni idea de este asunto hasta que se dan de bruces con problemas para concebir.

Hay quien cree que, si le baja la regla como un reloj suizo, todo marcha viento en popa. ¡Menudo error de novata! Recuerdo a Marta (nombre ficticio, claro), ejecutiva de 41 años, que vino desesperada tras seis meses intentándolo: «Pero doctora, si nunca he tenido problemas menstruales». Pues bien, su reserva ovárica estaba por los suelos.

Si notas que tus ciclos se acortan, si el sangrado es cada vez más escaso o si de repente sientes unos sofocones que no vienen a cuento… date un toque. Y si tienes más de 35 años y la familia está en tus planes, no dejes para mañana lo que puedes chequear hoy. Aquí en Jacksonville tenemos un dicho en la consulta: «Óvulo que espera, óvulo que desespera».

Pruebas para evaluar tu reserva ovárica

En nuestra clínica de Jacksonville, no nos andamos con chiquitas a la hora de evaluar la reserva ovárica. La prueba estrella, la que se lleva la palma, es la hormona antimülleriana (AMH). Esta hormona es la reina del mambo en fertilidad, y nos dice a las claras cuántos óvulos quedan en la recámara. Es un simple análisis de sangre que puedes hacerte cualquier día del mes, lo que facilita mucho las cosas.

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Luego está la ecografía transvaginal para contar folículos antrales. A las pacientes les suelo explicar que es como contar las frutas en un árbol: si hay pocas, la cosecha será escasa. Menos de 5-7 folículos en total y ya podemos empezar a preocuparnos. También medimos la FSH el día 3 del ciclo, que cuando está por las nubes significa que la hipófisis está dando la matraca para que unos ovarios cada vez más sordos reaccionen.

Una anécdota que me partió el alma: una paciente que al ver su ecografía con solo tres folículos antrales me dijo: «¿Eso es todo lo que me queda?». Tuve que explicarle que no, que hay más, pero que son los únicos que podemos ver en ese momento. La educación en este tema es fundamental, y en Jacksonville nos tomamos muy en serio explicar cada prueba sin tecnicismos innecesarios.

Planificación familiar: ¿Cuándo es el momento adecuado?

Vamos con la pregunta del millón de dólares. En mis charlas por Jacksonville, siempre hay alguien que levanta la mano y pregunta: «¿Cuál es el mejor momento para ser madre?». Y yo, que ya tengo el pelo blanco de tanto explicarlo, respondo: «Biológicamente, ayer. Emocionalmente, cuando estés lista. Económicamente, probablemente nunca». Se ríen, pero es una verdad como un templo.

La biología no entiende de hipotecas, ni de ascensos laborales, ni de que aún no hayas encontrado a tu media naranja. A los ovarios se la trae al fresco si has terminado la tesis o si estás ahorrando para una casa más grande. Por más que duela decirlo, la fertilidad femenina tiene su pico a los 24 años, va tirando hasta los 30 y después… bueno, empieza a cuesta abajo y sin frenos.

Recuerdo a Carolina (no es su nombre real), que vino a mi consulta en Jacksonville con 39 años, recién casada y con planes de tener dos hijos. Cuando vio los resultados de su reserva ovárica, se echó a llorar. «¿Por qué nadie me contó esto antes?», me preguntó entre sollozos. Y yo me quedé sin palabras. Porque es verdad: como sociedad, hemos fallado en educar sobre estos temas.

Opciones para preservar tu fertilidad

Si no tienes un churumbel en tus planes inmediatos, pero no quieres que el tren se te escape, la vitrificación de óvulos es tu salvavidas. En Jacksonville tenemos varias clínicas que ofrecen esta técnica, que es como congelar el tiempo biológico… más o menos. Estimulamos los ovarios, recogemos los óvulos y los metemos en el congelador, pero con un método tan sofisticado que parece cosa de ciencia ficción.

La vitrificación ha avanzado una barbaridad. Antes los óvulos se hacían pedazos al congelarlos, pero ahora sobreviven en un 90% de los casos. Aun así, no vendo humo a mis pacientes: no es una garantía al 100%. Depende de cuántos óvulos se congelen y, sobre todo, de a qué edad se hizo el proceso. Una cosa es congelar óvulos a los 32 y otra muy distinta a los 38. Lo mismo que no es igual guardar fruta fresca que fruta ya madura.

Hace unos meses, una paciente de Jacksonville me contó que había estado ahorrando durante años para este procedimiento. «Es mi regalo de cumpleaños para mí misma», me dijo cuando cumplió 34. «Quiero tener la libertad de esperar al hombre adecuado». Me pareció el mejor regalo que podía hacerse.

Estilo de vida y reserva ovárica: más allá de la genética

Cuando me preguntan si se puede mejorar la reserva ovárica, siempre me acuerdo de mi abuela, que decía: «Lo que no está en la mata, no está en la pata». Una vez que los folículos primordiales se han agotado, no hay Cristo que los recupere. Es como intentar volver a inflar un globo pinchado. PERO (y aquí viene el pero más grande que una casa) sí podemos cuidar la calidad de los que quedan.

En Jacksonville vemos cada dos por tres pacientes que se hidratan a cascoporro, pero se fuman dos paquetes al día. El tabaco es veneno puro para los ovarios, es como echar gasolina al fuego. El alcohol tampoco ayuda, especialmente si te pones ciega cada fin de semana. La dieta mediterránea sí que parece beneficiar la calidad ovocitaria: aceite de oliva, pescado, frutos secos… toda esa parafernalia que ya sabemos que es buena pero que cuesta seguir cuando tienes un McDonald’s a tiro de piedra.

Reserva ovárica en Jacksonville

El impacto del estrés y cómo manejarlo

El estrés es otro factor que nos fastidia la marrana. Tengo una paciente, ejecutiva de una empresa gorda de Jacksonville, que dormía con el móvil bajo la almohada. Cuando le hicimos las pruebas, su reserva ovárica estaba por los suelos pese a tener solo 34 años. «Doctora, es que no puedo desconectar», me decía, mientras le sonaba el teléfono por quinta vez durante la consulta.

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Implementamos un plan para reducir el estrés: yoga dos veces por semana, apagar el móvil a las 9 de la noche y técnicas de respiración. También le recomendé que se tomara un año sabático, pero ahí ya me miró como si le hubiera propuesto mudarse a Marte. En fin, cada uno sabe hasta dónde puede llegar. Lo que sí le funcionó fue el mindfulness y abandonar el café. Tres meses después consiguió un embarazo natural, y todavía no me lo creo.

Cuándo buscar ayuda profesional en Jacksonville

Si estás por Jacksonville y llevas más tiempo intentándolo que preparando la declaración de la renta, es hora de tocar a la puerta de un especialista. Los plazos son estos, y no me los invento: menos de 35 años, un año intentándolo; más de 35, seis meses; más de 40, directamente evaluación antes de empezar, y punto pelota.

Me acuerdo de un matrimonio que vino a verme después de ¡CUATRO AÑOS! intentando concebir sin ayuda. Cuando les pregunté por qué habían esperado tanto, me dijeron que su médico de cabecera les había dicho que «tuvieran paciencia». Casi me da algo. La paciencia está muy bien para aprender chino mandarín, pero para la fertilidad, el tiempo es oro puro.

Tratamientos disponibles para baja reserva ovárica

Si tu reserva ovárica está bajo mínimos, no tires la toalla todavía. En Jacksonville tenemos protocolos específicos que son la caña. Utilizamos estimulación con dosis más altas, añadimos DHEA, CoQ10, y hasta melatonina, que parece que ayuda como antioxidante folicular. La acupuntura también ha dado buenos resultados como complemento, aunque no me preguntéis exactamente por qué; yo soy de ciencia dura, pero he visto mejoras que no me explico.

Para casos extremos, la donación de óvulos es una opción estupenda. Sé que es un trago difícil de digerir al principio. Recuerdo a una paciente de Jacksonville que me dijo: «Es que no se parecerá a mí». Y yo le contesté: «¿Te has fijado en algún niño adoptado? Se termina pareciendo a sus padres hasta en los gestos». Meses después, cuando ya estaba embarazada gracias a óvulos donados, vino a verme y me dijo: «Tenía razón, ya siento que es mío». Se me saltaron las lágrimas, y eso que en esta profesión una desarrolla piel de elefante.

Conclusión: El conocimiento es poder

Conocer tu reserva ovárica es ponerte al volante de tu fertilidad. En Jacksonville, demasiadas mujeres llegan a mi consulta cuando ya se les ha pasado el arroz. Y luego viene el disgusto, las lágrimas y la eterna pregunta: «¿Por qué nadie me lo dijo antes?».

No quiero acabar con tono dramático. La reserva ovárica no define tu valor como mujer ni cierra todas las puertas a la maternidad. Pero conocerla te da cartas para jugar tu partida con más opciones. Y como suelo decir a mis pacientes, citando a mi profesor de reproducción: «En fertilidad, el tiempo es oro… y los óvulos, diamantes».

Por cierto, si estás leyendo esto y tienes menos de 35 años, hazte un favor: anota en tu agenda «chequear reserva ovárica» para tu próxima revisión ginecológica. Tu yo del futuro me lo agradecerá. Y si ya pasaste esa edad… bueno, más vale tarde que nunca. Aquí en Jacksonville te esperamos con los brazos abiertos y sin sermones. Al fin y al cabo, estamos todos en el mismo barco, intentando navegar las aguas turbulentas de la fertilidad de la mejor manera posible.

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